Almudena Grandes: “Para mucha gente debe de ser muy duro asumir hasta qué punto ha sido miserable este país”

   Almudena Grandes vuelve a mostrarnos la cara menos conocida de nuestra historia contemporánea. Las tres bodas de Manolita (Editorial Tusquets), la tercera entrega – de seis capítulos-  de los Episodios de una guerra Interminable, sumerge al lector en la Madrid de los años cuarenta, donde el hambre, la supervivencia, el estraperlo, los chivatazos, la muerte, las colas en las puertas de las cárceles y las tapias de los cementerios eran el amargo pan de cada día.

El corazón helado fue el prólogo, la antesala, de esta saga de seis libros que tuvieron su origen en un proceso de documentación, que permite entender y conocer muchos de los episodios más ocultos, y como la propia Almudena nos comentaba más “miserables” de nuestra “historia”. De hecho, “todas estas historias me fueron encontrando a mí, cuando pensaba en escribir El corazón helado. Pensaba, como todos los españoles, que sabía bastante de la historia contemporánea de mi país, y leí un par de libros para refrescarme las ideas, para descubrir que no sabía nada. Así me enganché, cada libro que iba leyendo me obligaba a leer cuatro más, y así durante un tiempo muy largo estaba viviendo en otra época. Durante ese proceso yo no buscaba documentar el libro que estaba escribiendo; buscaba comprender lo que había pasado. Me fui encontrando con un montón de historias de la posguerra que me parecían maravillosas y tenían una novela detrás. Pero yo estaba escribiendo El corazón helado, un exilio. Cuando terminé de escribir El corazón helado no sabía que escribir y, me acordé de esas historias, que había ampliado por puro interés, de las que me salieron 6 libros, que me permitían ir de 1939 a 1964 para cubrir 25 años de la posguerra”.

“La madre superiora lo repetía cada dos por tres, hay que arrancar las ramas antes de que lleguen a troncos” (p. 316)

Las tres bodas de Manolita se desarrolla en una Madrid de la posguerra, que no guerra civil, para desvelar al lector una de esas “historias que aún no han sido contadas”, como reivindica la autora. La experiencia de estos libros me ha llevado a la convicción de que en España hasta que nadie enseña las tetas, todo es guerra civil; porque da exactamente igual que presentes una novela que tenga un subtítulo donde ponga 1940 a 1950, la gente sigue diciendo guerra civil. Hasta que empieza el destape parece que todo pertenece a la guerra civil. Y, ¿qué historias hay por contar? Muchas, lo más curioso es que los españoles vivimos encima de una mina de oro, los españoles pisamos un filón increíble de historias por contar, de personajes alucinantes, de héroes, de villanos, de suspense, de aventuras, de misterios que nunca se resolverán. Eso es un tesoro que para un narrador es muy irresistible. El sentido que tiene esta seria es el contar ese filón de historias que nunca han sido contadas, la gente no sabe qué cosas pasaban aquí. Cuando conocí a Isabel Perales, que aparece en la novela con su propio nombre, me decía siempre: yo quiero que la gente se entere de esto, la gente no sabe nada. Es muy curioso como en un país como España que tiene una historia contemporánea absolutamente complicada, haya tanta gente que considere que lo sabe todo. Para mucha gente debe de ser muy duro asumir hasta qué punto ha sido así de miserable este país, pero, es que este país ha sido así de miserable. Y hay que contarlo. Yo siempre digo que en otros países han sido capaces de ocultar conejos, aquí mamuts. En España se puede ocultar todo, somos especialistas”.

Sin embargo, gracias a Manolita, la Señorita Conmigo no Contéis, el lector descubre ante sí episodios de una historia velada, casi olvidada, que destapa una red de resistencias de “personajes pequeños” que luchan por sobrevivir en una Madrid vapuleada para los vencidos. Con el fin de la guerra civil, Manolita se convertirá en el eje central de su familia, sus padres presos, su hermano escondido y, ella a cargo de sus dos hermanas pequeñas que  dejará  en una casa de acogida regentada por unas monjas en Bilbao. En este contexto de hambre y decisiones difíciles, Manolita comienza a visitar la cárcel de Porlier para dar ánimos a los que allí están presos por defender los ideales de la República. Allí será donde conozca a Silverio, el Manitas, el cual tratará de ayudarla a arreglar unas multicopistas que ha comprado la resistencia para imprimir unos panfletos.

Manolita, la Señorita Conmigo no Contéis, es una mucha corriente que como La Palmera, Eladia, y otros personajes,  resiste en un país que se divide entre vencidos y vencedores. La Señorita Conmigo no Contéis, como la misma Almudena Grandes explica, irá madurando y forjando su propia idiosincrasia en unos años de especial crudeza y terror del franquismo. “La transformación de Manolita empieza en la cola de cárcel, pero yo creo que ella se va haciendo al mismo tiempo que se hace ese proceso. Ella llega a la cola de la cárcel y se da cuenta de que hay dos tipos de mujeres: las que están de luto permanente y como muy tristes y, las que van a contarse chistes, intercambiar recetas, remedios para curar a los niños. Digamos que se hacen amigas y, eso que a ella en principio le parece una frivolidad, enseguida descubre que es algo mucho más grave que es la afirmación de la vida contra la muerte, que las mujeres sabias de verdad no son las viudas trágicas sino las que son capaces de divertirse hasta en esa situación. Porque eso sí que es decir conmigo no contéis, es decir, conmigo no podéis. Manolita se integra en esa comunidad, pero, también contribuye en ella a formar esa comunidad. Inmediatamente después de la guerra es necesario encontrar una manera de vivir, de encontrar una forma de seguir adelante donde refugiarse, y para las mujeres de la cola es esa comunidad, donde ella siente que todas son una mujer”.

Pero para sorpresa de la misma escritora, nunca se imaginó que tras publicar Las tres bodas de Manolita, podríamos hacer un parangón entre la Manolita de la posguerra y una hipotética Manolita en nuestro contexto actual. “Cuando me plantee la serie, que fue en el 2008, yo ya sabía a grandes rasgos cuál iba a ser la experiencia de Manolita, sabía que el final de la guerra iba a traer un empobrecimiento radical a su vida, que la iban a echar de su casa, lo iba a pasar mal, lo último que yo me podía imaginar es que cuando la novela apareciera en España, lamentablemente, se pudiera hacer comparaciones entre aquella época y esta. En el sentido de que esta novela es una historia surcada de cabo a rabo por la corrupción, y que cuenta la historia del empobrecimiento radical de mucha gente. Pero, vuelvo a decir que aquella sociedad era muy distinta de esta. En esta novela hay un elemento clave que es la solidaridad, que tiene un sentido distinto a la actual. Las Tres Bodas de Manolita es una novela de la cárcel, donde el escenario principal es la cola de la cárcel las mujeres que van a llevar paquetes esas mujeres que tejen una red de solidaridad que ampara a todos y en la que Manolita se va haciendo más fuerte, va creciendo su aprecio por si misma pero en aquella época eso no era gratuito e inspirado por unos sentimientos sino que había un horizonte, un ideal por el que merecía la pena resistir porque había un objetivo: intentar derrocar a la dictadura e intentar que los aliados acabaran con el franquismo. Yo creo que ahora hay una situación muy dura pero las experiencias son mucho más limitadas porque no están integradas en un esfuerzo común que lleva  a un ideal determinado, aun horizonte determinado. Ahora hay mucha gente que hace lo que puede por sus semejantes pero son experiencias mucho más individuales no hay esa especie de tejido social que pudo haber en aquella época”.

No obstante, y como arguye la propia Almudena, lejos de cualquier símil con la situación actual, Las tres bodas de Manolita introduce al lector en un escenario gris en el que el hambre y la injusticia se cebaban especialmente con el bando de los vencidos, para descubrir aspectos de la vida social de los primeros años de la dictadura. Almudena Grandes revela así  los entresijos y la situación de esclavitud de los internados para niñas de presas gobernados por monjas; la vida en Cuelgamuros durante la construcción del Valle de los Caídos o, la vida íntima de los presos de las cárceles y su relación con las mujeres que los visitaban. He aquí, donde podemos apreciar su preciso, y excelente, trabajo documental para narrar la cotidianidad de una Madrid de posguerra.

Por otra parte, en Las tres bodas de Manolita el lector apreciará un homenaje a su admirado Galdós, quien ya le enseñó “que vivía en un país muy raro”. Para Grandes es por tanto, “un homenaje, es más que eso, los Episodios nacionales han sido mi modelo. Esta serie pretende adoptar y adaptar el modelo de los episodios de Galdós. Él lo inventó todo; de lo que se trata es de tomar un acontecimiento histórico real y usarlo como marco para meter dentro una historia de ficción, de tal forma que los personajes de la historia con mayúsculas interactúen dentro de la novela con los personajes de ficción. Es un homenaje, e incluso, una forma de asentarme en esa tradición que para mí es absolutamente inmejorable. Lo de interminables es porque esta serie pretende recorrer 30 años de la dictadura franquista desde el punto de vista de los que dijeron que no, de los que no se rindieron, y desde los que se posicionaron en contra de la dictadura, sintiendo que la guerra no terminaría hasta que la democracia llegara a España. Todo son historias de resistencias, a veces armada, otras veces política, de todo tipo. Todas la novelas tienen un epilogo que sitúan a los personajes en la transición española. Yo creo que es evidente que ahí su guerra ha terminado. Por eso a veces hay tanta amargura porque es una guerra que ha terminado, pero, que tampoco la han ganado”. Además de la influencia de Galdós, y algunos guiños a otros escritores como Gabriel García Márquez, entre otros, en Las tres bodas de Manolita, y al igual que ocurriese en El lector de Julio Verne, hay algún que otro cameo a algunos de los personajes de las anteriores novelas: Inés y su taberna (p. 477) o la aparición de Nino o el Portugués de su anterior obra El lector de julio Verne (p. 597). Aunque, “las novelas no se parecen entre sí”, es decir, no guardan una relación directa entre ellas, sí mantienen cada una de ellas “la tensión” necesaria para cautivar al lector desde la primera hasta la última página.

Entrevista hecha por Arantxa Carceller Genovés el 2 de abril de 2014.

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