Anatomía sensible de Andrés Neuman

  • Título: «Anatomía sensible»
  • Autor/a: Andrés Neuman
  • Editorial: Páginas de Espuma
  • Género: novela
  • ISBN: 978-84-8393-265-0
  • Año de publicación: 2019
  • Núm. páginas: 120
  • Idioma: castellano
  • Encuadernación: tapa blanda
  • Precio: 16€

Rescatamos esta entrevista a Andrés Neuman por su Anatomía sensible porque hay libros que nos enseñan a mirar, sobre todo, en estos tiempos tan frenéticos.

A través de la poesía y el ensayo, Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) celebra un carnaval de los cuerpos, en el que, el fin es elogiar, redescubrir, la belleza de cada uno de nosotros a través de Anatomía sensible (Páginas de Espuma, 2019). La brillantez de Neuman reivindica “más lecturas poéticas de las imágenes que nos rodean, para que no nos apuñalen por la espalda. La cultura literaria nos permite leer también las imágenes, igual que la cultura audiovisual permite disfrutar más de la literatura. La cultura es la capacidad de leer entrelíneas la guerra de imágenes en la que estamos inmersos.”  Anatomía sensible es un libro maravilloso, brillante, que nos invita -mediante 30 piezas de hueso y piel- a mirar sin filtros los cuerpos que nos rodean y la anatomía propia.

¿Vivimos bajo la tiranía de la imagen?

Sí, además no solo vivimos en tiempos de la tiranía de la imagen, sino que la idea de la imagen es inmensamente reductora y empobrecedora, tanto en términos de bienestar como de estética, hasta te diría de gozo. Hay muy poco espacio para el gozo en estas imágenes totalmente posadas, forzadas, en las que parece que los defectos y las imperfecciones fuesen algo de lo que avergonzarse, en lugar de parte de nuestra naturaleza y también te diría que hasta de nuestro sentido del humor y en nuestra capacidad de placer. No solamente que la imagen tenga una importancia desproporcionada, sino que dentro de esa imagen no somos capaces de retratarnos y celebrar esas imperfecciones. Por eso, de algún modo el libro trata de poetizar todo eso que según el canon de belleza vendría a ser imperfecto.”

¿Anatomía sensible nos permite redescubrir esas partes del cuerpo, que largo tiempo, han tenido siempre peor consideración?

“Así es, el libro hace dos cosas. Por un lado, relee de manera como traviesa y a contra pelo los pocos lugares del cuerpo en los que siempre tendemos a fijarnos y que concentran un montón de expectativas de malos entendidos y de tiranías, como decías tú, pecho, nalga, genitales, etcétera. Y por otro lado, efectivamente trata de contradecir los lugares comunes y los tópicos, y habilita un espacio de celebración y poetización de lugares que nunca han figurado en los repertorios poéticos o plásticos a la hora de representar el cuerpo, como el talón, la rodilla, la mandíbula, la nariz, el codo, etcétera. Hay un elogio a la desproporción y la asimetría como manera de ampliar nuestra idea de la belleza, esa es la idea del libro.”

   ¿Deberíamos analizar el concepto de belleza actual?

“Hay una pluralidad de bellezas. Además lo que llamamos cuerpos diferentes, esto es una paradoja que a mí me llena de asombro, de perplejidad, en realidad son los cuerpos de la inmensa mayoría de las personas. Los cuerpos diferentes, los cuerpos raros, son los de la publicidad. Nuestros cuerpos no son raros, son normales. Es decir, son el 99% de los cuerpos que van por el mundo caminando. En realidad, ni siquiera hacer una defensa de los cuerpos diferentes, sino de los cuerpos mayoritarios que habitualmente no se ven representados y visibilizados en los discursos públicos o artísticos. No hay muchas escenas eróticas con personas con estrías o con más kilos de la norma o cuerpos de cierta edad. Además, si hablamos de cual seria la norma de belleza para el canon esa norma ha ido cambiando, porque no son lo mismo los cuerpos  de El Greco que los cuerpos rollizos de Rubens. No son lo mismo, los cuerpos asépticos, depilados y delgados de los modelos contemporáneos que los cuerpos con curvas o los señores con bello del cine clásico que eran galanes y eran divas. Es decir, si repasamos la historia del canon a lo largo del tiempo nos damos cuenta de que inmensamente limitado y arbitrario es el canon de belleza actual, porque ese canon ha ido cambiando a lo largo del tiempo y ya por supuesto ni hablar que en todas las épocas han convivido toda clase de cuerpos. Lo que hay de algún modo es una celebración de lo único que tiene cada cuerpo en el libro.”

A través de Anatomía sensible, ¿se invita al lector a redescubrir su cuerpo?

“Así es. Curiosamente nuestro cuerpo es una especie de texto misterioso que nunca acabamos de aprender a leer o a traducir. Curiosamente, las únicas criaturas que tienen una relación de verdad, desprejuiciada, precultural con sus cuerpos son los bebés, que de hecho no parecen distinguir donde termina su cuerpo y empieza el de su madre. Pero cuando empiezan a ser educados y maleducados, todas las personas, todos nosotros, empezamos a recibir ciertas ideas acerca del pudor, ciertas ideas de lo que se puede enseñar o no, ciertas ideas de lo que es un cuerpo que llama la atención o un cuerpo que debe de ser censurado o humillado. Esto sucede también, por supuesto, en la escuela. En la escuela, de manera nada inocente, nos enseñan la retórica literaria, lo que es un símil y una metáfora, poniendo unos ejemplos atroces de cuerpos normativos: dientes como perlas, cabellos como el oro, piel nívea, piel como la seda. Nunca nos ponen símiles que representen cuerpos imperfectos. Entonces, ya desde pequeñitos se nos educa, por desgracia, para poner el lenguaje al servicio de la reproducción de los cuerpos normativos y alienantes. Cuando llegamos a la adultez, ya tenemos muchos prejuicios e ideas preconcebidas acerca de lo que es un cuerpo bello. Estoy seguro que si existiese un espacio artístico y poético para celebrar las cicatrices, las estrías, los michelines, etcétera, no habría tanto población adolescente sufriendo terribles trastornos alimenticios y enormes complejos respecto a su cuerpo.

   Luego, si sobrevivimos a esa etapa, los problemas no se acaban, porque muchas personas, y en especial mujeres, por desgracia, se las escucha decir que a partir de cierta edad te vuelves invisible. Esa invisibilización tiene que ver con la incapacidad de celebrar la belleza de los cuerpos, que no son extremadamente jóvenes. Pero eso no es un fenómeno natural, eso es un fenómeno cultural. En ningún lugar está escrito, objetivamente, que un cuerpo joven es mejor o está más capacitado para el goce. De hecho, puede ser al revés, ¿no? Lo que defiende el libro es que cada vez que se borra una arruga o se disimula una estría o se quita una marca, lo que se está haciendo es arrebatarle a ese cuerpo su historia. La piel es un texto y cada una de esas marcas contiene la memoria narrativa de ese cuerpo. En definitiva, la memoria histórica empieza por el cuerpo y esos borrados, me parecen, a su modo un problema político, porque afecta a los cuerpos que van por la ciudad. A la política de la polis, y esto también es política, borrar las huellas que el tiempo deja en el cuerpo es una manera de perder nuestra memoria corporal. El libro es una especie de carnaval gozoso de cuerpos que se reúnen parte por parte, poro por poro, para trabajar en la liberación reciproca. Si nos limitamos a denunciar la tiranía de la imagen sin crear un espacio alternativo nunca podremos salir de ahí. Tiene que haber un hogar estético para otros cuerpos.”

   Entonces, ¿deberíamos aprender a desaprender?

“Pero muchas veces se escribe contra las tradiciones. Ahora mismo, vivimos un auge del feminismo y es la única revolución pendiente. Es una oportunidad muy grande de creatividad, porque es un territorio no transitado. Y este otro, el de la producción y viralización de bellezas alternativas, y mucho más cercana a la realidad de nuestros cuerpos, me parece un campo muy fértil, porque rara vez el arte ha trabajado eso.”

Por último, ¿las las redes sociales nos han esclavizado?

“Sin duda. No hay alienación posible, dominación posible, sin autoalienación. Si todos estuviésemos gozando de nuestros cuerpos tal y como fuesen, seria imposible que existiera ese mercado de consumo cosmético.  Existe porque contribuimos con él. Estéticamente hablando somos nosotros mismos quienes vamos borrando cualquier trazo de imperfección de la mala pose de un perfil menos favorecedor en ese sentido, sin querer trabajamos para el enemigo y me parece que las redes sociales, que no son ni buenas ni malas, en la mayoría de los casos lo curioso son espacios permanentes de exhibición en realidad son sobre todo son espacios de ocultación, porque es mucho mas lo que se oculta que lo que se muestra. Ni siquiera es que mostramos nuestros cuerpos, más bien lo que hacemos es borrar tanto como sea necesario para que se parezcan a como creemos que deben lucir. Hay en ese sentido una relación muy compleja. Porque ni siquiera es una espacio de exhibicionismo. Si de verdad lo fuera apareceríamos con todas nuestras miserias e imperfecciones. Más que mostrarnos, posamos, y yo personalmente estoy muy saturado de las poses y del retoque. Por eso he tratado de escribir un libro de literatura sin photoshop y contra el photoshop.”

Entrevista hecha en octubre de 2019 por Arantxa Carceller Genovés

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