Los primeros monstruos del cine

Desde la aparición de los primeros monstruos hasta hoy, el ser humano siempre ha sentido una cierta fascinación por experimentar ese morboso placer que producen las películas de terror. Es cuando la sala se queda a oscuras, y en la gran pantalla empiezan a desfilar ese mundo fantasmagórico de vampiros, brujas, monstruos, cadáveres y toda suerte de criaturas maléficas y putrefactas, cuando nuestra adrenalina empieza a dispararse, y aunque a veces la mirada rehúya la pantalla, todo nuestro cuerpo comienza a experimentar ese deleite por dejarnos aterrorizar. He aquí, un humilde homenaje a aquellas primeras películas de terror, mudo, en blanco y negro y sin macro efectos especiales, que tanto nos han fascinado, y siguen haciéndolo, y han sido precursoras de muchas otras.

Desde los inicios del cine, la creación de monstruos fue casi una idea fija de los realizadores, que veían en este género grandes posibilidades. El pionero del cine Georges Méliès, amante de la ficción y las ilusiones, y conocido por su innovadora película Viaje a la luna (1902), considerada como la primera película de ficción de la historia, fue el creador del primer filme de horror de la historia: Le Manoir du diable, también conocida como La casa encantada (1896).

A medida que pasaron los años, el cine de terror se hizo muy popular en Europa, siendo el Expresionismo alemán el precursor del género. El surgimiento de estas primeras películas de terror debemos inscribirlas en un contexto marcado por el estallido de la I Guerra Mundial, momento en el cual, la producción cinematográfica alemana comienza su crecimiento. Las potencias enemigas, que proveían de películas a Alemania antes del conflicto, ven cerradas las fronteras germanas, de manera que el país se ve obligado a tener una producción propia. A esto se une la necesidad de contrarrestar la propaganda aliada, por lo que el gobierno, ayudado por la banca y las grandes industrias alemanas del momento forma la productora UFA (Universum Filme Aktiengesellschaft) en 1917. En ella se concentraban los mejores productores, directores, guionistas, actores y técnicos del momento. Así, la industria cinematográfica alemana se convirtió en la segunda más poderosa del mundo, compitiendo por el primer puesto con Estados Unidos. Los géneros cinematográficos alemanes se afianzaron en cuatro temáticas: cine espectacular, cine expresionista y nueva objetividad, y es en este cine expresionista donde encuadramos estos primeros films.

En este contexto de inestabilidad tanto política, económica como social, el expresionismo alemán busca la expresión de los sentimientos y las emociones del autor más que la representación de la realidad objetiva por  la necesidad de los artistas en expresar su disconformidad con la situación existente del país. En aquella época, Alemania sufría los condicionamientos impuestos por el Tratado de Versalles, los movimientos revolucionarios de los años 1918-1919, la hostilidad de la burguesía nacionalista y la grave situación económica de ese período, entre otros condicionante. Así, el expresionismo alemán revela el lado pesimista de la vida generado por las circunstancias históricas del momento. La cara oculta de la modernización, la alineación, el aislamiento, la masificación, se hizo patente en las grandes ciudades y, los artistas creyeron que debían captar los sentimientos más íntimos del ser humano. La angustia existencial es el principal motor de su estética. El fin es potenciar el impacto emocional del espectador,  distorsionando y exagerando los temas. Representan las emociones sin preocuparse de la realidad externa, sino de la naturaleza interna y de las impresiones que despierta en el observador.

Gracias a estas nuevas tendencias del expresionismo alemán, y esa búsqueda por la naturaleza interna, apareció el primer monstruo en la gran pantalla, concretamente, en 1920 con el estreno de El Golem, de los alemanes Paul Wegener y Henrik Galeen y, basada en la novela del austríaco Gustav Meyrink, publicada en 1915. He aquí, el primer monstruo de la historia del cine. Seguramente, los curiosos que se acercaron a dicho estreno quedaron sorprendidos y espantados al descubrir a la primera criatura extraordinaria de ficción cinematográfica, basada en una leyenda judía del siglo XVI. Esta leyenda circulaba por el ghetto de Praga sobre un superhombre de arcilla, a quien el rabino Loew, consigue dar vida, a través de una fórmula mágica con el fin de ayudar al martirizado pueblo judío, pero, contrariamente a lo deseado por el rabino, el Golem causará múltiples destrozos y desmanes al ghetto. Con una excelente ambientación, el Golem tuvo un gran impacto y, fue el precursor más inmediato de la famosa película El gabinete del Doctor Caligari, la cual, constituyó un éxito sin precedentes.

El gabinete del Doctor Caligari, posiblemente, estuviese inspirada en un caso de criminalidad sexual sucedido en Hamburgo. La película realizada en 1920 por Robert Wiene narra los monstruosos crímenes cometidos por el médium Cesare, bajo la influencia hipnótica del perverso Doctor Caligari, quien exhibía a su sonámbulo en el carromato con el que recorría las ciudades alemanas en feria. Por primera vez en la historia del cine de terror, la truculenta anécdota de Caligari se apoyaba totalmente en los extraordinarios y retorcidos escenarios, que sin lugar a dudas influían en el espectador. Gracias a dicha escenografía, ventanas en forma de flecha o chimeneas retorcidas, entre otros, se logra crear en el espectador una sensación inquietante, con una atmósfera amenazadora. Esta obra maestra del cine expresionista alemán tenía como objeto de crítica la autoridad que empujó a la nación alemana hacia la guerra. No obstante, esta intención no se apreció en su momento y quedó tan sólo como un film de terror, mejor dicho, como un modelo dentro del género, una de las más grandes películas de terror de la era del cine mudo. La película también fue una de las primeras en introducir el uso de las retrospectivas o flashbacks en el cine.

Pero si hablamos de  expresionismo alemán no podemos dejar de referirnos a la aterradora y popular Nosferatu (1922), de F. W. Murnau, considerada como un clásico indispensable para todos los amantes de este género. La película fue una adaptación no oficial de la novela Drácula de Bram Stocker, quien recogió las leyendas de vampiros que invadían diversas zonas de Europa del este. Aunque alterando los personajes de Stoker, su viuda logró que se reconociese la autoría, y obtuvo una orden judicial para destruir los negativos y todas las copias de la película. Sin embargo, gracias a las copias distribuidas en el resto del mundo Nosferatu no vivió su total desaparición para suerte de los amantes de este género.

Nosferatu fue  el primer filme europeo de vampiros, y todavía hoy ofrece una excelente y terrorífica actuación de Max Schereck como el Conde Orlok. La leyenda entorno al protagonista, Max Schereck, ha sido siempre una incógnita. De hecho, su apellido Schereck, que en alemán significa terror, es posible que fuera un seudónimo, ya que incluso a día de hoy y tras la desaparición del actor al finalizar el rodaje de la película, se teoriza que fue el mismo Murnau el intérprete, o que Max Schereck fuese en verdad un auténtico vampiro. El poder de la película de Murnau radica incluso en la propia imagen que se muestra del vampiro, que nada tiene que ver con los clichés que a lo largo de la historia del cine han girado alrededor del personaje. Sin duda, Nosferatu es una auténtica obra maestra del expresionismo alemán, cargada de una atmósfera maravillosa, capaz de manipular las emociones que desea crear a golpe de cámara. No asusta tanto por lo que muestra como por todo lo que sugiere. Pero, de momento, no queremos desvelarles más de esta magnífica película que en otra ocasión analizaremos más detenidamente.

En este recorrido, otro de los primeros monstruos que no puede faltar es el famoso Doctor Jekill. Todo aficionado al género de terror ha visto una o varias de las diferentes adaptaciones cinematográficas de la famosa novela El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson. Sin embargo, fueron también los alemanes quienes decidieron llevarla a la pantalla, y es que el desdoblamiento de la personalidad ha sido uno de los temas predilectos entre los realizadores. Fue el mismo Murnau quien se atrevió por primera vez en llevar al celuloide esta aterradora historia llena de perversidad. De nuevo, al igual que ocurriese con Nosferatu, se cambió el nombre a los personajes. Si Nosferatu se libró de la destrucción, no tuvo la misma suerte Schrecken, título del rodaje, o también titulada Der Januskopf – Eine Tragödie am Rande der Wirklichkeit, que por desgracia  no se sabe que perviva copia alguna. La película fue rodada entre febrero y marzo de 1920, y se estrenó en Berlín el 26 de agosto del mismo.

El extraño caso del Dr. Jekill y Mister Hyde ha aterrorizado a miles de espectadores, y es que sin duda, la maléfica historia del doctor Jekill, quien reúne todas sus perversas inclinaciones en la figura del misterioso Hyde, ha contado con diversas versiones cinematográficas, la mayoría de ellas, espeluznantes. Sin embargo, de todas ellas cabe destacar las interpretaciones de Conrad Veidt y John Barrymore, respectivamente, quienes mantienen en terrorífico suspense a todo espectador.

De los vampiros y el Doctor Jekill pasamos a las figuras de cera con el filme de El hombre de las figuras de cera (1924) de Paul Leni. Das Wachsfigurenkabinett cuenta la historia de un joven escritor que acepta un anuncio para escribir historias alrededor de las figuras que se exponen en un gabinete de estatuas de cera como las del sultán Harun al Raschid, el zar Iván el Terrible y el propio Jack, el destripador. Estas tres figuras de cera cobrarán vida y reproducirán los crímenes de los personajes que representan, en una procesión de atrocidades que se sirve con un estilo basado en el exceso.

Por último, en este periplo sobre las principales y primeras películas de terror, no podemos olvidar Las manos de Orlac, un filme de Robert Weine, y basado en la novela de Maurice Renard, que lanzó, definitivamente, a la fama al gran actor Conrad Veidt.

Orlac, un pianista famoso, pierde ambas manos en un accidente de tren. Los médicos deciden trasplantarle las manos de Vasseur, un asesino condenado a muerte. La operación es un éxito, pero desde ese momento el pianista comienza a verse embargado por impulsos criminales. Tiene pesadillas y ve el rostro de un hombre que cree que es Vasseur. La película presenta con gran dramatismo la lucha entre el poder que emana de las manos, y la fuerza de voluntad del pianista. Orlac siente que las manos han tomado el control de su conciencia.

Hasta aquí, una breve muestra, ya que cada película requeriría de su propio análisis, de las primeras películas de terror más sobresalientes del cine mudo. Si se fijan todas ellas fueron obras de la fructífera imaginación de realizadores alemanes, quizás, El Golem, Nosferatu, Caligari… sirvieran de testimonio de la inestabilidad que vivía Alemania y de la necesidad de la sociedad a responder ciertos interrogantes. Asimismo, estos primeros films fueron los pioneros en el género de terror e inspiraron, e inspiran, a otras tantas.

Por Arantxa Carceller, artículo escrito para la extinguida revista Los ojos de Hipatia

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